Un limón de silencios ácidos
sigue esperando en la rama
a que los alicates del alma
lo separen del árbol plácido.
Y ya en el cesto del ánimo,
prometa que va a exprimirse
hasta llenar las sinceras jarras
que se vierten en nuestro ámbito.
Probamos el sabor del pálpito
y no lo dejamos extinguirse,
sino que echamos un buen chorro
de sentimentales hálitos.
Íntima verdad contra lo soso,
cuando el raciocinio apático
paladea los zumos más tristes
sin escuchar cítricos cánticos.
(Aroma de Arrayán)
(Aroma de Arrayán)